Historia de Rágama
Rágama: un pueblo con historia
En el territorio de Rágama, se han encontrado vestigios de las primeras civilizaciones. Numerosos hachas neolíticos han sido durante años portados por segadores y pastores en sus zurrones usados como amuletos contra la caída de relámpagos unconscientes de su verdadero origen.
Pero para situar el verdadero origen histórico del asentamiento tenemos que trasladarnos a la época de dominación musulmana, sin descartar la existencia previa de alguna villa romana en el entorno, esos años parecen los más probables por la toponimia. En esa época toda esta zona de la península entre el Duero y el sistema central constituyó una tierra de nadie, únicamente habitada por algunos pastores bereberes (tribus del norte de África) que subsistían por la zona.
Más tarde fue Raimundo de Borgoña, por encargo de Alfonso VI, el encargado de repoblar estas tierras con gente procedente de Francia, Vizcaya, Galicia y el norte de Castilla y León. Durante todo el medievo Rágama pertenecía a Castilla (es decir, estaba vinculada a la zona abulense y no a la salmantina). En el año 1250 se distribuyen las parroquias del Arcedianato de Arévalo en tres tercios denominados Madrigal, Rámaga y La Vega.
Emperador Carlos V
Francisco de Carvajal
Tras la división del Arcedianato en tercios se produjo la división en sexmos. La finalidad era la colonización, dejando en manos de la administración local el reparto del término municipal entre los vecinos, con criterios de calidad, no de extensión. Del sexmo de Rágama existe información por tres densos: el parroquial de 1587, el civil de 1594 y el de Floridablanca de 1785. En ellos se describe el territorio y aldeas de la Tierra de Arévalo.
El Sexmo de Rágama estaba formado por El Ajo, Astudillo, Barromán, Bercial de Zapardiel, San Cristóbal de Trabancos, Fuentes de Año, Horcajo de las Torres, Mamblas, Piteos, Rágama, Rasueros y el Villar de Matacabras, se reunía en Rasueros con sus propios libros y el conjunto de los sexmos en la Casa de los Sexmos de Arévalo.
Ya en el siglo XV, con Castilla y León unificadas, fue lugar habitual de estancia de reyes y cortesanos, por la cercanía de la corte de Juan II en Madrigal de las Altas Torres. Fue en una estancia en nuestra localidad cuando sufrió un intento de golpe de Estado fallido. Años más tarde, sería el Emperador Carlos I de España y V de Alemania, el forjador del gran imperio Español, el que pasaría por nuestra localidad camino de Yuste ya en su retiro.
Además, Rágama fue tierra de conquistadores. Aquí nació Francisco de Carvajal, apodado el Demonio de los Andes, que tras servir varios años en la marina en Italia, partió a hacer fortuna a las Américas. Su bravura y crueldad le valió el sobrenombre, no solo con los indios, sino más bien contra las tropas reales Españolas en las guerras civiles del Perú. Algunos de los caídos bajo su cuchillo fueron dos de los hermanos Pizarro. Finalmente, fue derrotado y descuartizado vivo como castigo ejemplar.
Durante los siglos posteriores no hay mucha información histórica que aportar, la penuria y pobreza de esta zona hace que escaseen los datos históricos. Ya en 1833, bajo el reinado de Fernando VII, Javier de Burgos elabora una reorganización administrativa por la que se crean las provincias, con el partido judicial como articulación de las comarcas. Tierra de Peñaranda es una comarca que nace de esta reorganización.
Los municipios abulenses de Bóveda del Río Almar, Cantaracillo, Paradinas de San Juan, Peñaranda de Bracamonte y Rágama pasan a ser parte del nuevo partido judicial y, por tanto, de la provincia de Salamanca. En 1863 entra una nueva división en provincias, la actualmente vigente, que partía la antigua Tierra de Arévalo en 4 provincias. Por otra parte, la elección de Peñaranda como cabeza de partido reforzó su pujanza artesana y mercantil.
El siglo XX fue el que vio el mayor auge de la localidad, superando el millar de vecinos, con hasta 4 fraguas y una importante actividad agrícola y ganadera. La modernización del campo produjo en los años 60 una migración brutal, hacia los países europeos, por una parte (Suiza, Alemania, Holanda) y hacia las zonas industriales de España, por otra (País Vasco y Cataluña). Finalmente, con la llegada de la democracia, el pueblo se modernizó convirtiéndose en lo que ahora conocemos, una localidad con todos los servicios y prestaciones que cualquier otra de su tamaño.
Juan II de Castilla